Capítulo 16 – Cognición y Estrés
Para una conceptualización cognitiva, el estrés surge cuando las demandas ambientales se perciben como gravosas o potencialmente exceden la propia capacidad o recursos para manejarlas, y existe una amenaza para el bienestar si las respuestas de afrontamiento no satisfacen dichas demandas. Un factor de vulnerabilidad cognitiva que aumenta el estrés es la ansiedad por rasgos, a través de estilos de procesamiento hipervigilantes que involucran la orientación selectiva a señales de amenaza, la interpretación negativa sesgada de estímulos ambiguos y el enfoque de la atención en pensamientos desfavorables. Los episodios a corto plazo de estrés de intensidad leve pueden facilitar las funciones cognitivas, principalmente la codificación y consolidación de la memoria de estímulos relevantes para la tarea, y en la memoria implícita o en tareas simples declarativas. Sin embargo, la exposición al estrés de alta intensidad perjudica la formación y recuperación de recuerdos explícitos y procesos cognitivos que requieren un razonamiento complejo o flexible. El estrés a largo plazo, en particular durante la infancia y la adolescencia, socava sistemáticamente los mecanismos cognitivos. Esto puede deberse a elevaciones crónicas de glucocorticoides que inhiben la neurogénesis, lo que daña funciones importantes en el hipocampo y, posiblemente, en la corteza prefrontal.