3. Los Círculos de Control, Influencia y Preocupación
Por Chris Chittenden
La relación de los seres humanos con el futuro genera dos grandes aprensiones sobre la vida. La primera se refiere a la certeza de la muerte; una certeza que tendremos que abordar en alguna etapa de nuestra vida. La segunda se refiere a la incertidumbre de todo lo demás en el futuro. La forma en que afrontamos la certeza de nuestra muerte y nuestro futuro incierto juega un papel importante en nuestra propia historia y forma de ser.
Podemos utilizar los “Tres Grandes” (“Yo”, “Nosotros” y “Eso”) para crear una perspectiva útil sobre cómo abordar el desafío del futuro y dónde puedes poner tu energía para lograr una vida más plena. Podemos crear esta perspectiva definiendo tres áreas de la vida: lo que podemos controlar, lo que podemos influir y lo que nos preocupa.
Comencemos con lo que le importa a un individuo. Esto se delinea a medida que el “Círculo de Preocupación” abarca todos los “Tres Grandes” dominios. El “Círculo de Preocupación” representa todo lo que le importa a un individuo en particular. Esto incluye aspectos que alguien puede controlar e influir. Sin embargo, por su naturaleza, el “Círculo de Preocupación” siempre contendrá muchas cosas fuera de la influencia o el control de una persona. Por ejemplo, la mayoría de las personas tienen interés en el clima y su impacto en su vida diaria; sin embargo, no pueden hacer nada para influenciarlo.
Dentro del “Círculo de Preocupación” se encuentra el “Círculo de Control”. Esto reside exclusivamente en el dominio ” Yo ” y representa los aspectos del mundo de una persona que pueden controlar directamente. Desde una perspectiva ontológica, el ‘Control’ se refiere a lo que podemos hacer que suceda directamente como resultado de nuestras elecciones, independientemente del acuerdo de los demás. En este sentido, nuestro ‘Círculo de Control’ solo puede relacionarse con uno mismo y, para el caso, solo con nuestro ser consciente. ¿Por qué es esto?
En el enfoque ontológico, el’ Control ‘ se ve directamente vinculado a la elección consciente. De hecho, la afirmación es “Control = Conciencia + Elección”. Como tal, entonces se puede decir que una persona solo puede ejercer control sobre aspectos de su propia forma de ser de los que es consciente. Como la mayor parte de lo que hacemos es habitual, lo que denominamos “transparente” en el enfoque ontológico, generalmente actuamos sin una decisión consciente sobre cómo actuaremos y ejecutamos patrones de acción desgastados. Actuar de esa manera significa estar fuera de nuestro control directo. Es útil apreciar que esos hábitos no son solo acciones físicas, sino que incluyen cómo observamos e interpretamos nuestras observaciones. De ello se deduce que cuanto mayor sea nuestra capacidad de autoconciencia, mayor será nuestra capacidad de tener control sobre nuestra forma de ser.
Otro aspecto de esto se relaciona con la adicción. A veces somos muy conscientes de nuestros hábitos y tratamos de cambiarlos. Sin embargo, es posible que seamos conscientes de que caemos en un acto habitual, como comer alimentos con alto contenido de azúcar cuando decimos que deseamos comer alimentos más saludables, pero descubrimos que nuestro hábito aún nos tiene merendando en una barra de chocolate. Claramente, esto habla de una falta de control, incluso cuando nos encontramos en un punto de elección, por lo que es importante reconocer que para caer en nuestro “Círculo de Control”, nuestras elecciones momento a momento tienen que estar alineadas con nuestras declaraciones más grandes para el futuro.
Es fundamental para el enfoque ontológico también apreciar que, cuando nos damos cuenta de nuestras transparencias, podemos buscar crear otras nuevas y más útiles. Al hacerlo, podemos crear una mayor alineación para nosotros mismos que conduce a una mayor sensación de autenticidad.
Finalmente, dado que los seres humanos son seres sociales, un individuo es capaz de impactar en su “Círculo de Preocupación” a través de otros. Este es su “Círculo de Influencia” y está relacionado con la calidad de sus relaciones y la calidad de las conversaciones que ocurren dentro de esas relaciones. Habla de nuestra capacidad para construir nuestra autoridad con los demás y obtener promesas sustantivas de ellos. Cuanto mayores sean las promesas que podamos obtener de los demás, mayor será el impacto en nuestro “Círculo de Preocupaciones”.