Cómo tener más paciencia con los demás y en los proyectos: 7 consejos
Muchas personas sienten que la falta de paciencia es uno de los problemas que más les acechan tanto en el trabajo como en las relaciones personales. Muchas de las metas a las que aspiramos requieren que esperemos, independientemente de si los esfuerzos que hemos invertido en ello han consistido regular nuestras emociones (positivas o negativas) o en esforzarnos en producir algo.
Tener paciencia no implica solo ser más fáciles de tratar por el resto de personas; además, permite que seamos más capaces de embarcarnos en grandes proyectos cuyo fruto puede mejorar mucho nuestra calidad de vida.
Así pues, teniendo en cuenta que esta característica psicológica puede ser entendida como una habilidad que nos ayuda a prosperar, resulta interesante conocer varias claves sobre cómo tener más paciencia, ya sea con los demás o en relación a metas cuyos frutos se hacen esperar. Precisamente sobre eso hablaremos en este artículo.
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- Cómo tener más paciencia a través de hábitos sencillos
- Tener más paciencia con los demás: familiares, amigos…
- Dejar de juzgar
- Adoptar una perspectiva distante
- Aprender a aceptar los defectos del resto
- Fíjate en lo que hacen por ti
- Tener más paciencia para las metas que nos ponemos
- Divide tus metas en diferentes sub-objetivos
- Refuerza tu autoestima
- No tomes decisiones en caliente
Cómo tener más paciencia a través de hábitos sencillos
Cualquier cambio psicológico, en la mayoría de los casos, requiere tiempo. A la hora de pulir habilidades para lograr una mejor adaptación a nuestro entorno esto es especialmente cierto, ya que querer cambiar no es suficiente para que esta evolución a mejor se produzca. Sin embargo, podemos introducir pequeños cambios en nuestro día a día para entrenar los procesos mentales más vinculados a la capacidad que nos interesa potenciar.
En el caso de que queramos empezar a tener más paciencia, al tiempo necesario para cambiar hay que sumarle el esfuerzo relacionado con desprenderse poco a poco de la impulsividad. Veamos cómo hacerlo optimizando el uso de nuestra energía y no dejando que esta misión llegue a buen puerto. En este caso, las recomendaciones son diferentes dependiendo de si queremos ser más pacientes en relación a los objetivos a largo plazo que nos ponemos, o con los demás, en el caso de que alguien nos resulte irritante.
Tener más paciencia con los demás: familiares, amigos…
A la hora de no ceder tanto a la impulsividad en nuestras relaciones personales, es recomendable seguir los consejos que encontrarás en esta sección.
Dejar de juzgar
Poner etiquetas es una manera de volvernos más propensos a valorar negativamente a ciertas personas casi por cualquier cosa que hagan. Cuando no percibimos a los demás por lo que hacen sino por lo que creemos que son, nuestros prejuicios pueden hacer que adoptemos actitudes hostiles e irracionales ante algunos. Por eso, para tener más paciencia, uno de los primeros pasos es diferenciar entre las molestias con una base objetiva y razonable, por un lado, y aquellas que son totalmente subjetivas e inventadas por uno mismo.
Adoptar una perspectiva distante
Muchas veces, nuestra capacidad para tener más paciencia con los demás es mucho mayor si adoptamos una mentalidad más neutral y distanciada de nosotros mismos, como si fuésemos un observador externo a la conversación o interacción que está teniendo lugar. De esta manera, es más fácil no ceder a la impulsividad.
Aprender a aceptar los defectos del resto
Prácticamente en ningún ámbito de nuestras vidas es necesario que todas y cada una de las personas con las que nos relacionamos nos caigan bien. Los vínculos amistosos o afectivos son una excepcionalidad, no algo que tenga que definir lo que nos une con el resto di individuos de la sociedad en la que vivimos.
Así pues, aprender a aceptar el hecho de que no siempre sentiremos especial simpatía por todo el mundo y que a nuestros ojos siempre habrá gente con defectos es una manera de no obsesionarse con estos últimos y, como consiguiente, tener más paciencia en el trato con personas en general.
Fíjate en lo que hacen por ti
En muchas ocasiones, aunque no lo notemos, quienes nos ponen de los nervios o nos frustran por su manera de comportarse también hacen pequeños sacrificios por nosotros. Tenerlos en cuenta es bueno para no tener una visión extremadamente sesgada de su manera de ser. El resultado de esto es que no pondremos tanta atención en los pequeños detalles que en otros contextos nos exasperan.
Tener más paciencia para las metas que nos ponemos
La capacidad de tener mucha paciencia también resulta muy beneficiosa para llevar a buen puerto los proyectos que nos proponemos. El mensaje de la fábula de la gigarra y la hormiga es muy importante, porque no todo el mundo es capaz de seguir persistiendo cuando todos los esfuerzos que nos darán una buena compensación a largo plazo parecen no servir para nada durante las primeras semanas o meses.
Así pues, para saber cómo tener más paciencia en los proyectos que nos propongamos, sigue estas pautas.
Divide tus metas en diferentes sub-objetivos
Es una manera de hacer más visible la progresión que realizamos a costa de invertir tiempo y esfuerzo en algo. Al ser más conscientes de nuestros avances, cuesta menos tener paciencia. Por ejemplo, si estás siguiendo un plan de entrenamiento o yendo al gimnasio, es bueno que te centres en conseguir cambios concretos de manera secuencial, y no simplemente en “estar muy en forma”.
Refuerza tu autoestima
Los frutos de las tareas y proyectos que requieren paciencia no solo traen la recompensa objetiva en sí del dinero, el producto creado o la fama, sino que además refuerzan nuestra autoestima. Tener en cuenta estos avances a la hora de valorarnos a nosotros mismos es una manera de facilitarnos la tarea de seguir persistiendo.
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No tomes decisiones en caliente
Este consejo resulta clave, porque cuando una emoción muy intensa nos invade, es muy fácil perder el control, tirar la toalla y caer en la impulsividad. Por eso, cuando notes que te has implicado emocionalmente demasiado en algo de manera circunstancial, es mejor alejarse, darse un tiempo para tranquilizarse, y volver al lugar en el que se nos requiere con la mente clara y los músculos relajados. Para esto último, puedes recurrir a las técnicas de relajación.