Cistocele
¿Qué es el cistocele?
El cistocele, también conocido como prolapso anterior, se produce cuando el tejido de sostén entre la vejiga y la vagina se debilita y se estira produciendo que la vejiga pueda caer o hundirse dentro de la vagina. Se puede dividir en 3 grados:
Grado 1 leve: la vejiga baja levemente por la vagina.Grado 2 severo: La vejiga se hunde hasta encontrar la abertura de la vagina.Grado 3 avanzado: La vejiga sobresale por la abertura de la vagina.
Síntomas del cistocele
Los síntomas pueden variar dependiendo del grado en el que se encuentre. En casos leves, los síntomas no suelen ser visibles. Sin embargo, en grados superiores sí que suelen manifestarse y los síntomas pueden ser los siguientes:
Sensación de pesadez o presión en la pelvis y en la vaginaMolestias al hacer fuerza: toser, estornudar…Sensación de querer orinar incluso después de haber ido al bañoInfecciones en la vejigaDolor y/o incontinencia urinaria en las relaciones sexuales
Dependiendo del grado los síntomas pueden variar, además pueden llegar a condicionar el día a día de las mujeres afectando a su calidad de vida.
¿Cuáles son las causas del cistocele?
Hay varios factores por los que los músculos, ligamentos y tejidos del suelo pélvico se debilitan con el paso del tiempo. Entre ellos el parto, sobrepeso u obesidad, el levantamiento de objetos pesados en repetidas ocasiones, presión en el abdomen (estreñimiento, tos crónica…)
¿Se puede prevenir?
Se recomienda someterse a exploraciones ginecológicas periódicas a partir de los 45 años. En caso de cistocele por parto, la patología puede aparecer antes.
¿En qué consiste el tratamiento?
El tratamiento depende del grado en el que se encuentre el cistocele. En general, los grados leves no requieren tratamiento, no obstante es importante acudir al ginecólogo para realizar visitas ocasionales y poder analizar si la patología está empeorando.
También es importante hacer ejercicios que fortalezcan el suelo pélvico. En casos con un grado superior de cistocele, se pueden valorar otro tipo de tratamientos como la terapia con estrógenos o un dispositivo presario para mantener la vejiga en su sitio.
En casos extremos, se puede optar por la cirugía para posicionar la vejiga en su lugar.