Cognitive reserve

Está claro que hay diferencias entre las personas en su reserva cognitiva. Frente a los trastornos causados por el envejecimiento o la enfermedad, el cerebro de algunas personas se las arregla mejor que el de otras. ¿Por qué?

La investigación sugiere que nuestro nivel de inteligencia, que se remonta a la infancia, y nuestro conjunto de experiencias de toda la vida, ayudan a construir la reserva cognitiva y pueden explicar las diferencias en la reserva cognitiva entre nosotros.

Las experiencias de toda la vida incluyen educación, tener una ocupación atractiva y participar en actividades estimulantes, estas últimas combinan idealmente actividades de ocio, aprendizaje e interacciones sociales.

La evidencia de que las experiencias de toda la vida ayudan a desarrollar la reserva cognitiva proviene de estudios de grandes grupos de personas durante largos períodos de tiempo. Tales estudios han encontrado repetidamente que estas experiencias de vida están asociadas con una tasa más lenta de deterioro cognitivo en el envejecimiento normal y un menor riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. En otras palabras, un mayor logro y compromiso parecen proteger la función cognitiva en el envejecimiento.

De hecho, algunos estudios han sugerido que estas experiencias de vida pueden reducir el riesgo de enfermedad de Alzheimer en un 35-40%. Los cambios en el cerebro que se observan en la enfermedad aún pueden ocurrir, pero estas personas se las arreglan mejor y nunca se les diagnosticará porque no presentan ningún síntoma.

La explicación de la reserva cognitiva para estos hallazgos es que estas experiencias de vida ayudan a las personas a mantener mejor su función cognitiva frente a los cambios cerebrales relacionados con la edad o la enfermedad. Los estudios que han seguido a las personas desde la infancia han demostrado que las diferentes experiencias de vida contribuyen a la reserva cognitiva de manera diferente y aditiva.

Una idea complementaria es el “mantenimiento del cerebro”, que sugiere que algunas de las mismas actividades, así como otras como el ejercicio, en realidad ayudan a mantener la integridad del cerebro en sí frente al envejecimiento.

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