‘Invención colectiva’ (‘Dolyeon Byeoni’): TIFF Review

Después de haber presentado esta visión general a modo de prólogo, el cineasta vuelve al principio para completar el detalle; la barajadura de la cronología sigue siendo algo desorientadora en todo momento. Sang-won, deseoso de demostrar sus buenas intenciones a su editor (Jung In-gi), descubre a Gu a través de Internet, en una historia publicada en un foro en línea por una mujer que afirma que su novio se ha convertido en un pez. Esa mujer, Ju-jin (Park Bo-young), revela que entregó a Gu por una recompensa: “¿Por qué no puedo? Es una sociedad capitalista!”.

Dr. Byun (Lee Byung-jun), el científico que encabeza el programa de pruebas de la compañía farmacéutica, cree que lo que está haciendo es por el bien mayor, incluso a expensas de la humanidad de un hombre. Está consternado cuando su producto, ‘Vector 9’, sale al mercado a un precio extravagante, un “artículo de lujo para el 1% superior”. Gu se escapa de sus garras, pero solo brevemente: la opinión pública comienza a volverse en su contra después de que las imágenes emergan para mostrar a Gu masturbándose bajo las sábanas mientras mira lascivamente a una enfermera. En una conferencia de prensa, la enfermera revela con lágrimas en los ojos que tiene pesadillas sobre ser violada por un pez.

A Gu se le ordena regresar al laboratorio para reanudar las pruebas (“Corea debe tener una presencia global en el campo de la medicina”, declara la prensa), donde es tratado con desdén – y sin anestesia – mientras se somete a más experimentos clínicos. El padre de Gu (Jang Kwang) y el abogado (Kim Hee-won) están fuera de sí, usándolo para lanzarse a carreras lucrativas. Incluso Sang-won, con los ojos abiertos, finge ser un documentalista en lugar de un periodista para hacerse un nombre. Las instituciones fundamentales no son mejores: un grupo de iglesia evangélica sube al hombre pez al escenario para exorcizarlo solo para que el pastor termine golpeándolo por las branquias. El maltrato de Gu es asqueroso, pero caricaturesco; demasiado poco sutil para ser poderoso.

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