La evidencia comparativa de la evolución independiente de los rasgos de pelo y glándulas sudoríparas en primates

Los humanos difieren en muchos aspectos de otros primates, pero quizás ninguna característica humana derivada es más llamativa que nuestra piel desnuda. La apariencia externa única de los seres humanos, supuestamente adaptativa durante mucho tiempo, se caracteriza por cambios tanto en el patrón de los folículos pilosos como en las glándulas sudoríparas ecrinas, lo que produce una disminución de la cubierta del cabello y un aumento de la densidad de las glándulas sudoríparas. A pesar de la notoriedad de estas características y su importancia evolutiva potencial, hay una falta de claridad con respecto a cómo evolucionaron dentro del linaje de primates. Por lo tanto, recolectamos y cuantificamos la densidad de los folículos pilosos y las glándulas sudoríparas ecrinas de cinco regiones de la piel en tres especies de primates: macaco, chimpancé y humano. Aunque la cubierta del cabello humano está muy atenuada en relación con la de nuestros parientes cercanos, encontramos que los humanos tienen una densidad de cabello similar a la de los chimpancés que es significativamente menor que la de los macacos. En contraste, la densidad de las glándulas ecrinas es en promedio 10 veces mayor en los humanos en comparación con los chimpancés y los macacos, cuya densidad es sorprendentemente similar. Nuestros hallazgos sugieren que una disminución en la densidad del cabello en los antepasados de los humanos y los simios fue seguida por un aumento en la densidad de las glándulas ecrinas y una reducción en la cubierta de pelaje en los humanos. Este trabajo responde a preguntas de larga data sobre los rasgos que hacen que la piel humana sea única y corrobora un modelo en el que la evolución de la densidad expandida de las glándulas ecrinas era exclusiva del linaje humano.

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