Mareo en los viajes

La estimulación excesiva del aparato vestibular por el movimiento es la causa primaria. El cerebro siente el movimiento a través de las señales provenientes del oído interno, los ojos, los músculos y las articulaciones. Cuando recibe señales que no coinciden, puede surgir el mareo por movimiento.

Por ejemplo, dentro de un barco, el oído interno percibe el movimiento, pero los ojos no pueden indicar que se está moviendo. La susceptibilidad individual es muy variable. Los estímulos visuales (por ejemplo, un horizonte en movimiento), la mala ventilación (humos, monóxido de carbono, vapor) y los factores emocionales (por ejemplo, miedo, ansiedad) actúan junto con el movimiento para precipitar un ataque.

¿Quién puede padecerlo?
El mareo cinético raramente afecta a los niños pequeños, pero a partir de los dos años de edad la sensibilidad al mareo aumenta sustancialmente. A partir de los 12 años, la sensibilidad vuelve a disminuir, aunque algunos adultos siguen sufriendo este problema a lo largo de toda su vida. Los ancianos también suelen experimentar más susceptibilidad al mareo cinético.

¿Cuáles son los síntomas?
Las náuseas y vómitos cíclicos son característicos. Pueden estar precedidos de bostezos, hiperventilación, salivación, palidez, sudación fría abundante y somnolencia. También puede presentarse aerofagia, vértigo, cefalea, malestar general y fatiga.

Cuando aparecen las náuseas y vómitos, el paciente se encuentra débil y es incapaz de concentrarse. Con la exposición prolongada al movimiento, el paciente se puede adaptar y recuperar el bienestar. No obstante, los síntomas pueden volver a aparecer si aumenta el movimiento o se reanuda tras una parada breve.

La cinetosis prolongada con vómitos puede provocar hipotensión arterial, deshidratación, inanición y depresión. La cinetosis puede ser una complicación grave en pacientes con otras enfermedades.

¿Cuál es el tratamiento?
Pueden disminuirse los síntomas tomando preventivamente un fármaco que deprima la reactividad del laberinto: para un adulto, 2 horas antes del viaje 30 mg. de cinarizina (10 gotas de Stugeron®), que pueden repetirse cada 8 horas, o 50-100 mg. de dimenhidrinato (1 ó 2 comprimidos de Biodramina®), que pueden repetirse cada 6 u 8 horas, o 6,5 mg. de tietilperazina (1 comprimido de Torecan®), repetibles a las 12 horas si persisten los síntomas.

En niños debe reducirse proporcionalmente la dosis (consultar prospecto) y no se aconseja el uso de tietilperazina. Todos ellos provocan somnolencia, por lo que deben evitar su uso los conductores y no debe consumirse alcohol. Si las náuseas son muy molestas puede añadirse a la prevención o al tratamiento 1 mg. de cleboprida (10 cc. de Cleboril®) o 10-20 mg. de metoclopramida ( 1 ó 2 comprimidos o 10-20 cc. de Primperan®), con reducción proporcional en niños.

Todos ellos pueden adquirirse en farmacia directamente, aunque es más adecuado que sean recetados por un médico.

¿Qué precauciones hay que tener con el tratamiento?
Los medicamentos utilizados habitualmente en la cinetosis suelen producir somnolencia. En algunos pacientes esto puede resultar útil, ya que el sueño puede hacer menos desagradable el viaje. Sin embargo, en las personas en las que esta somnolencia resulte molesta, puede emplearse el antiemético en combinación con cafeína.

Debe tenerse en cuenta que el uso de este tipo de medicamentos tiene que evitarse en pacientes con adenoma de próstata, glaucoma en ángulo cerrado, enfermedades obstructivas intestinales o urinarias o trastornos del ritmo cardíaco, debido a que la actividad anticolinérgica puede agravar o complicar tales procesos.

Las personas que tomen este tipo de medicamentos no deben conducir el vehículo, debido a la probable reducción de la capacidad de respuesta psicomotriz producida por estos fármacos.

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