Modelo colaborativo
Clark y Wilkes-Gibbs criticaron el modelo literario en su artículo de 1986; afirmaron que el modelo no daba cuenta de la naturaleza dinámica de las conversaciones verbales.
” En primer lugar, en la conversación, a diferencia de la escritura, los oradores tienen un tiempo limitado para planificar y revisar. Necesitan superar esta limitación, y al hacerlo pueden explotar técnicas posibles solo en entornos conversacionales. Segundo, el habla es evanescente. El oyente tiene que atender, escuchar y tratar de entender una expresión prácticamente al mismo tiempo que se emite. Esto requiere un tipo de sincronización de procesos que no se encuentra en la lectura. Y tercero, los oyentes en las conversaciones no son mudos ni invisibles durante una pronunciación. Los oradores pueden alterar lo que dicen a mitad del curso en función de lo que dicen y hacen los destinatarios.”
En el mismo artículo, propusieron el Modelo Colaborativo como alternativa. Creían que este modelo era más capaz de explicar las características de conversación antes mencionadas. Habían llevado a cabo un experimento para apoyar esta teoría y también para determinar cómo funcionaba el proceso de aceptación. El experimento consistió en dos participantes sentados en mesas separadas por una pantalla opaca. En las mesas frente a cada participante había una serie de figuras de Tangram dispuestas en diferentes órdenes. A un participante, llamado el director, se le encargó que hiciera que el otro participante, llamado el emparejador, coincidiera con precisión con su configuración de figuras a través de una conversación sola. Este proceso debía repetirse 5 veces más por los mismos individuos, desempeñando los mismos roles.
El modelo colaborativo que propusieron les permitió hacer varias predicciones sobre lo que sucedería. Predijeron que se necesitarían muchas más palabras para establecer la referencia la primera vez, ya que los participantes tendrían que usar frases nominales no estándar que harían difícil determinar de qué cifras se hablaba. Sin embargo, plantearon la hipótesis de que las referencias posteriores a las mismas figuras tomarían menos palabras y una cantidad de tiempo más corta, porque para este punto, la referencia definitiva se habría establecido mutuamente, y también porque los sujetos podrían confiar en frases nominales estándar establecidas.
Los resultados del estudio confirmaron muchas de sus creencias y esbozaron algunos de los procesos de referencia colaborativa, incluido el establecimiento de los tipos de frases nominales utilizadas en la presentación y su frecuencia.
Pasos en la referencia colaborativaeditar
Se observaron las siguientes acciones en los participantes que trabajaban hacia la aceptación mutua de una referencia;
- Iniciar o proponer una referencia
- Emitir un juicio sobre la referencia
- Reconfigurar una frase nominal
- Aceptar la referencia
Groundingeditar
Grounding es la etapa final del proceso de colaboración. El concepto fue propuesto por Herbert H. Clark y Susan E. Brennan en 1991. Comprende la colección de “conocimiento mutuo, creencias mutuas y suposiciones mutuas” que es esencial para la comunicación entre dos personas. Una buena base en la comunicación requiere que las partes “coordinen tanto el contenido como el proceso”.
Las partes que participan en la conexión a tierra intercambian información sobre lo que entienden o no entienden durante el curso de una comunicación y continuarán aclarando conceptos hasta que hayan acordado el criterio de conexión a tierra. Generalmente hay dos fases en la puesta a tierra:
- Presentación de la(s) expresión(es) – el orador presenta la (s) expresión (es) al destinatario
- Aceptación de la (s) expresión (es) – el destinatario acepta la expresión al proporcionar evidencia de comprensión