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Básicamente, la colonoscopia es una prueba que el especialista en aparato digestivo prescribe para explorar el intestino grueso y la parte final del intestino delgado. La finalidad de la colonoscopia puede ser diagnóstica; verificar el estado de ese tramo del tubo digestivo y localizar posibles enfermedades y trastornos, o terapéutica; es decir, tratar algunas de las patologías que pueden observarse con esta exploración, como hemorroides, extirpación de pólipos, etc.
¿Cómo se hace una colonoscopia?
El dispositivo para llevar a cabo esta prueba se denomina colonoscopio y consta de un tubo flexible que se introduce en el recto a través del esfínter anal. Este tubo alberga en su interior una cámara y una luz para facilitar la visión del interior del tracto digestivo en un monitor.
Asimismo, dependiendo de la finalidad de la colonoscopia, en el tubo flexible se puede introducir instrumental para llevar a cabo intervenciones terapéuticas (biopsias, extirpación de tumores, pólipos o hemorroides, etc.).
Para hacer la colonoscopia, el paciente debe preparar su intestino desde unos días antes para facilitar la evacuación de cualquier residuo fecal. El intestino tiene que estar lo más limpio posible para facilitar la exploración por parte del especialista. Esta preparación consta de la administración de productos laxantes que se pueden tomar por vía oral o bien aplicarse en forma de enemas. Además, el paciente recibe unas indicaciones acerca de los alimentos y bebidas que debe tomar en esos días previos para favorecer esta limpieza intestinal.
El día de la prueba el paciente recibe una sedación profunda para que esté quieto, tranquilo y relajado durante la intervención. Se tumba de costado con las rodillas flexionadas hacia el pecho y el especialista le va introduciendo el tubo por vía anal mientras observa las imágenes en el monitor. Dependiendo del segmento que se quiera explorar, la colonoscopia puede durar entre 30 minutos y una hora, aproximadamente.
Una vez finalizada la exploración, el paciente se queda unos minutos tumbado mientras pasa el efecto de la sedación. Es importante que antes de vestirse se asegure de que se encuentra totalmente despejado y se levante despacio para evitar marearse. Se recomienda acudir a esta prueba acompañado para evitar que el paciente conduzca al salir del centro sanitario y le ayuden en caso de estar adormilado por la sedación.
La colonoscopia no duele, aunque puede resultar un poco molesta por la presión abdominal causada por el instrumental y el gas usado para expandir las paredes del tubo digestivo. La sedación ayuda a aliviar estas molestias y el posible nerviosismo del paciente, que debe estar completamente restablecido en 24 horas.
Cuándo y por qué hacer una colonoscopia
Es especialista puede indicar la realización de una colonoscopia como prueba de cribado de cáncer de colon en caso de que existan antecedentes familiares o si observa factores de riesgo en el paciente.
Algunos de estos factores de riesgo son:
- Diarrea crónica.
- Antecedentes familiares de poliposis o presencia de pólipos ya diagnosticados.
- Haber adelgazado mucho en poco tiempo y sin motivo aparente, lo que puede hacer sospechar de la existencia de un tumor en el colon.
- Sintomatología compatible con enfermedades digestivas como la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn.
- Dolor abdominal crónico.
- Sufrir sangrado rectal cuando se va al baño o presencia de sangre en las heces.
- Anemia de hierro crónica que pueda indicar una hemorragia en el colon.
Finalmente, incluso aunque no se haya presentado ninguno de los síntomas anteriores, se recomienda hacer la primera colonoscopia a los 50 años.
Sin embargo, en la XXV Reunión anual de la Unión Europea de Gastroenterología (UEG) se empezó a barajar la posibilidad de adelantar esta recomendación a los 45 años, dado el incremento que se ha producido en los últimos años en la frecuencia de lesiones en el colon y en el resto en pacientes por debajo de 50 años.