Colangiohepatitis bacteriana en un perro | Jiotower
Discusión
En el perro, se ha identificado engrosamiento de la pared de la vesícula biliar en casos de hepatitis aguda o crónica, colecistitis o colangiohepatitis (6,5). También se puede ver en asociación con otras afecciones, como sepsis y neoplasia. La colecistocentesis hepática percutánea guiada por ultrasonografía para el examen citológico y el cultivo de bilis puede ayudar a determinar la causa del engrosamiento de la pared de la vesícula biliar (4). Sin embargo, este procedimiento se ha percibido durante mucho tiempo como un riesgo inaceptable de peritonitis biliar. Hasta donde saben los autores, no hay datos sobre los efectos secundarios de la colecistocentesis en perros que sufren de colangitis bacteriana. Sin embargo, en perros sanos, se ha demostrado que es seguro y fácil de realizar (7).
La bactibilia, junto con el engrosamiento de la vesícula biliar, sugirieron colecistitis. La ausencia de células inflamatorias en el examen microscópico de la bilis se ha notificado previamente en seres humanos con colecistitis clínicamente significativa (3). Esto puede deberse a la actividad citolítica biliar y el fondo fibrilar de color rosa brillante que se observa en nuestro caso puede ser cromatina. La colecistitis se asocia frecuentemente con colangiohepatitis. El examen microscópico de la biopsia confirmó una hepato pericolangitis subaguda de leve a moderada. Los hallazgos de la biopsia clínico-patológica y hepática podrían haber sido consecuencia de pancreatitis aguda. Sin embargo, esta posibilidad no fue probable, ya que las actividades de la lipasa y la amilasa no aumentaron significativamente y la ecografía pancreática fue normal. La inmunorreactividad de la lipasa pancreática canina (cPLI) podría haber ayudado a excluir la pancreatitis, pero no se realizó. Se eligió clindamicina y clavulanato de amoxicilina 1) por su actividad contra bacterias anaerobias grampositivas y 2) porque alcanzan sus concentraciones más altas en tejido hepático y bilis, respectivamente. El ácido ursodesoxicólico se utilizó como colerético y como antibiótico de amplio espectro. Se administraron sucralfato y lansoprazol para tratar las úlceras gástricas sospechosas.
La colangitis es la inflamación de los conductos biliares intrahepáticos y conduce a colangiohepatitis cuando se asocia con inflamación secundaria del parénquima hepático circundante (1). Es un trastorno poco frecuente en perros (8), bovinos (7) y humanos (9), pero se observa con frecuencia en gatos (10). Hay 4 informes de casos en la literatura sobre colangitis en perros (1-4), y hay descripciones de casos ocasionales y limitadas en artículos de revisión sobre otros temas (11,12). En los informes de casos anteriores, 3 perros respondieron solo al tratamiento médico (1,2), 2 perros no respondieron al tratamiento médico inicial pero se recuperaron después de la colecistotomía (1) y 1 perro tuvo que ser sacrificado a pesar de la resección de vesícula biliar de emergencia y los cuidados de apoyo (3). La mayor incidencia en gatos se atribuye a que el conducto biliar común y el conducto pancreático principal están más cerca que en el perro.
Las manifestaciones clínicas de la colangiohepatitis son variables, pero comúnmente incluyen hipertermia, anorexia, vómitos, pérdida de peso, embotamiento e ictericia. Al igual que en el presente caso, la patología clínica suele indicar biomarcadores hepatocelulares, hepatobiliares y funcionales hepáticos anormales, con inflamación sistémica de leve a moderada (1). La hiperbilirrubinemia marginal estuvo de acuerdo con informes anteriores que indicaban que el aumento de bilirrubina es un hallazgo inconstante (6). También se ha notificado previamente un cociente de ALP/GGT mayor de 100 en trastornos hepatobillarios (13). Se ha notificado discordancia de ácidos biliares pre y postprandiales en aproximadamente el 20% de los perros con sospecha de enfermedad hepática (14) y los factores de confusión a considerar en este caso son la falta de contracción estimulada por colecistoquinina de la vesícula biliar enferma, contracción espontánea de la vesícula biliar y crecimiento excesivo de bacterias (14). Solo hay un reporte de caso de colangiohepatitis más para el que se midieron los ácidos biliares. Se incrementaron en ambos puntos de tiempo, aunque fueron más bajos postprandialmente (3).
Se sospecha que, en la colangiohepatitis infecciosa, las bacterias intestinales ascienden a través del conducto biliar debido a alguna patología predisponente, como enfermedad inflamatoria intestinal, colestasis, cálculos en la vesícula biliar, pancreatitis crónica, inmunosupresión o motilidad intestinal alterada (15). Consistentemente, las bacterias involucradas en informes de casos previos de colangiohepatitis fueron Escherichia coli (3,1), Klebsiella sp. 2) y, como en el presente caso, Clostridium sp. (1,4); todos constituyentes normales de la flora intestinal.
Este reporte de caso ilustra que, aunque la colangiohepatitis es rara en perros, la patología clínica, las imágenes y la anatomopatología utilizadas en sinergia permiten la detección temprana de esta afección y el tratamiento médico exitoso. CVJ