Sesgo de congruencia
Supongamos que, en un entorno experimental, se presenta a un sujeto con dos botones y se le dice que al presionar uno de esos botones, pero no el otro, se abrirá una puerta. El sujeto adopta la hipótesis de que el botón de la izquierda abre la puerta en cuestión. Una prueba directa de esta hipótesis estaría presionando el botón de la izquierda; una prueba indirecta sería pulsar el botón de la derecha. Esto último sigue siendo una prueba válida porque una vez que se encuentra el resultado del resto de la puerta cerrada, se demuestra que el botón izquierdo es el botón deseado. (Este ejemplo es paralelo al ejemplo de Bruner, Goodnow y Austin en el clásico de la psicología, Un Estudio del Pensamiento.)
Es posible tomar esta idea de pruebas directas e indirectas y aplicarla a experimentos más complicados para explicar la presencia de un sesgo de congruencia en las personas. En un experimento, un sujeto probará su propia hipótesis generalmente ingenua una y otra vez en lugar de tratar de refutarla.
El ejemplo clásico de sesgo de congruencia de los sujetos fue descubierto por Peter Wason (1960, 1968). Aquí, el experimentador dio a los sujetos la secuencia numérica “2, 4, 6”, diciéndoles a los sujetos que esta secuencia seguía una regla particular e instruyendo a los sujetos a encontrar la regla subyacente a la lógica de la secuencia. Los sujetos proporcionaron sus propias secuencias de números como pruebas para ver si podían determinar la regla que dictaba qué números podían incluirse en la secuencia y cuáles no. La mayoría de los sujetos responden a la tarea decidiendo rápidamente que la regla subyacente es “números ascendentes por 2”, y proporcionan como pruebas solo secuencias concordantes con esta regla, como “3, 5, 7” o incluso “pi más 2, más 4, más 6”. Cada una de estas secuencias sigue la regla subyacente en la que el experimentador está pensando, aunque “números ascendentes por 2” no es el criterio real que se está utilizando. Sin embargo, debido a que los sujetos logran probar repetidamente el mismo principio singular, ingenuamente creen que su hipótesis elegida es correcta. Cuando un sujeto ofrece al experimentador la hipótesis de “números ascendentes por 2” solo para que se le diga que está equivocado, generalmente se produce mucha confusión. En este punto, muchos sujetos intentan cambiar la redacción de la regla sin cambiar su significado, e incluso aquellos que cambian a pruebas indirectas tienen problemas para dejar ir la convención “+ 2″, produciendo reglas potenciales tan idiosincrásicas como”los dos primeros números de la secuencia son aleatorios, y el tercer número es el segundo número más dos”. Muchos sujetos nunca se dan cuenta de que la regla real que el experimentador estaba usando era simplemente enumerar números ascendentes, debido a la incapacidad de los sujetos para considerar pruebas indirectas de sus hipótesis.